Alberto Méndez

Era una fría tarde de invierno y la nieve caía suavemente al suelo. El viento soplaba y los árboles se balanceaban. Era un espectáculo hermoso, pero también muy solitario.

Estaba sentada en mi habitación, mirando por la ventana y pensando en el pasado. Pensé en la primera vez que la vi. Me sentí instantáneamente atraído por ella. No podía explicarlo, pero sabía que tenía que tenerla.

La perseguí y finalmente empezamos a salir. Fue la época más feliz de mi vida. Estaba perdidamente enamorado de ella. Habría hecho cualquier cosa por ella.

Pero entonces, algo pasó. Ni siquiera sé qué fue. Fue como si hubiera cambiado de la noche a la mañana. Se volvió fría y distante. Salía a beber con sus amigos y volvía tarde a casa, sin molestarse en llamarme.

Intenté hablar con ella de ello, pero se limitaba a ignorarme. Le pregunté si todavía me quería y me dijo que no lo sabía.

Fue entonces cuando me di cuenta de que nuestra relación había terminado. Se me rompió el corazón, pero sabía que no podía hacer nada. Tenía que aceptar que se había ido.

Unos meses después, conocí a alguien nuevo. Ella era todo lo que mi ex no era. Era amable, cariñosa y amorosa. Sabía que había encontrado a la elegida.

Pero entonces, mi ex volvió a mi vida. Quería intentarlo de nuevo. Yo estaba dividido. Todavía la amaba, pero también estaba enamorado de otra persona.

Tuve que tomar una decisión. Tenía que decidir entre el amor y el odio. Al final, elegí el amor. Elegí a quien me hacía feliz. Elegí a la persona con la que sabía que podría pasar el resto de mi vida.

Este texto e imágenes han sido generados por una Inteligencia Artificial, cualquier relación con la realidad es pura coincidencia, o no.