Entendiendo la Inteligencia Artificial
En menos de un año ha irrumpido en escena y ya se siente la energía de una revolución en ciernes. ¿Cuánto tiene la Inteligencia Artificial de real y cuánto de ficción? ¿Estamos presenciando un verdadero cambio de paradigma o simplemente es una cortina de humo? ¿Qué es exactamente la IA? Voy a intentar aclarar, desde mi modesto rincón en este vasto campo, algunas de las preguntas más fundamentales sobre esta tecnología que ha invadido la imaginación del mundo.
La Inteligencia Artificial ha estado presente en nuestras vidas durante algún tiempo, aunque quizás no siempre nos hayamos dado cuenta. Los hemos tenido trabajando detrás de escena en cosas como las recomendaciones de productos en tiendas en línea o ayudando a nuestros asistentes de voz a comprender y responder a nuestras consultas. Incluso en la medicina la IA ha demostrado ser una herramienta valiosa para detectar enfermedades a través de la interpretación de imágenes médicas. Pero…
¿Qué es la Inteligencia Artificial?
Personalmente tengo la sensación que nos hemos venido un poco arriba a la hora de poner nombres y esto ha confundido al público menos tecnófilo, lo único que hay de cierto en el término que se ha otorgado a esta tecnología es la artificialidad, de inteligente no tiene nada. Estamos hablando de algoritmos, programas informáticos que siguen una serie de instrucciones detalladas para resolver un problema o realizar una tarea, muy avanzados eso sí, pueden aprender de los datos y mejorar su propio rendimiento. Aunque a veces se nos puede hacer pensar que la IA tiene una especie de consciencia o intelecto autónomo, la realidad es que estos algoritmos no son más inteligentes que una calculadora.
Estos algoritmos son excepcionalmente buenos para manejar grandes volúmenes de datos y reconocer patrones dentro de ellos. Sin embargo, su comprensión es limitada: pueden identificar y conectar información basada en el contexto, pero no comprenden el significado inherente detrás de los datos de la misma manera que lo hacemos los humanos.
A medida que avanzamos hacia algoritmos de IA más sofisticados, como los Modelos del Lenguaje a Gran Escala (el famoso ChatGPT), vemos una capacidad mejorada para manejar el lenguaje y hacer conexiones más complejas basadas en el contexto, pero incluso estos algoritmos avanzados, a pesar de sus impresionantes habilidades todavía no comprenden los datos de la misma manera que los humanos. Continúan siendo herramientas, capaces de procesar y generar información basada en lo que han aprendido, pero sin la capacidad de entender el significado intrínseco detrás de esa información.
Por ejemplo, si una IA de procesamiento de lenguaje natural genera una respuesta a una pregunta, no es porque «entienda» la pregunta o la respuesta en el sentido humano de la palabra, ha analizado millones de ejemplos de conversaciones y ha aprendido a predecir qué respuesta es más probable dada una determinada entrada.
¿Cómo lo hacen?
Un algoritmo no deja de ser una serie de instrucciones que dan una salida a partir de una entrada, modificando por el medio el estado según haya sido programado para realizar unas u otras operaciones. Según la Wikipedia:
En matemáticas, lógica, ciencias de la computación y disciplinas relacionadas, un algoritmo (del latín algorithmus y este del griego arithmos, que significa «número», quizá también con influencia del nombre del matemático persa Al-Juarismi) es un conjunto de instrucciones o reglas definidas y no-ambiguas, ordenadas y finitas que permite, típicamente, solucionar un problema, realizar un cómputo, procesar datos y llevar a cabo otras tareas o actividades. Dado un estado inicial y una entrada, siguiendo los pasos sucesivos se llega a un estado final y se obtiene una solución.
Lo que hoy llamamos «Inteligencia Artificial» es un algoritmo parecido a los convencionales pero bastante más avanzado, se trata de «Modelos del Lenguaje a Gran Escala» (Large Language Model, LLM en inglés) que funcionan a través de una técnica de aprendizaje automático utilizando una arquitectura de red neuronal. En este proceso, se les proporciona a los modelos una gran cantidad de texto de entrada, miles de millones de parámetros, junto con el texto que se espera que generen a partir de esa entrada. A través de la repetición y la corrección de errores, los modelos «aprenden» a producir salidas cada vez más precisas.
Una red neuronal es un tipo de modelo computacional que se inspira en cómo funcionan las neuronas en el cerebro humano, está compuesta de una serie de nodos o neuronas organizados en diferentes capas, cada uno recibe información, la procesa de alguna manera y luego pasa el resultado a los nodos de la siguiente capa. Esto continúa hasta que se llega a la última capa, que produce el resultado final.
¿Y eso qué significa?
Imagina que tienes una caja llena de piezas de Lego, cada pieza representa una palabra diferente. Cuando le das una frase a uno de estos modelos, éstos toman cada palabra, o «pieza de Lego», y buscan en su caja la pieza que mejor encaje a continuación.
Para hacer esto utiliza algo llamado vectores que son como mapas de tesoro para cada palabra, como una tabla gigante llena de números. Cada vector describe cómo se relaciona esa palabra con todas las demás palabras que el modelo ha aprendido. Cuando el algoritmo quiere encontrar la próxima palabra hace algunos cálculos con los vectores de las palabras que ya tiene mediante una gran operación matemática que le ayuda a decidir qué palabra es la más probable que venga a continuación.
Aunque es un proceso complejo detrás de escena, lo que hace esencialmente es encontrar la «pieza de Lego» adecuada para continuar la construcción de una oración o un texto. Es un proceso basado en datos, probabilidades y patrones, nada que ver con la comprensión humana o emocional del lenguaje, es como un experto en un juego de conectar palabras.
¿Es realmente inteligente?
Estamos en un terreno que se extiende más allá de la tecnología, rozando ya la psicología y la filosofía. No puede considerarse a sí misma como un ser sintiente porque, en su esencia, es un algoritmo que hace cálculos y produce resultados. Antes de definirla como inteligente o consciente deberíamos preguntarnos qué es realmente la inteligencia y si la nuestra puede considerarse como tal.
También deberíamos reflexionar sobre conceptos como la consciencia, mientras no tengamos una definición clara de lo que es y dónde se produce será difícil determinar si una máquina podría tenerla. Así que, en lugar de temer a una inteligencia artificial super inteligente y consciente de sí misma, que ni está ni se le espera a corto plazo, quizá deberíamos concentrar esfuerzos en comprender y aprovechar al máximo las capacidades de los algoritmos actuales, y trabajar para garantizar que se utilicen de manera ética y beneficiosa para todos.
¿Estamos en peligro?
Con cada nueva herramienta que surge de este tipo vemos tanto el potencial beneficio como la posibilidad de perjuicio. Al igual que la luz y la oscuridad, ambas caras son inherentes a su existencia. Piensa en el fuego, esa fuerza elemental que nos permitió avanzar más allá de las limitaciones primitivas, o un simple cuchillo, un instrumento esencial en nuestras vidas. ¿Y qué hay de la energía nuclear? Cada uno de estos puede ser tanto un salvador como un destructor, no existen herramientas inherentemente buenas o malas; al final se trata del uso que hagamos de ella.
Los desafíos son enormes, estamos ante una tecnología que promete transformar todo lo que conocemos, desde nuestra sociedad hasta nuestras costumbres más fundamentales y todo lo que conocemos, la forma en que trabajamos, la educación, cómo nos comunicamos e incluso nos entretenemos. Conceptos tan arraigados en nuestro pensamiento como el «trabajo» y el sentido de la vida misma podrían tener que ser replanteados. ¿Quién hubiera dicho a matemáticos y filósofos que se encontrarían en el centro de una discusión tan trascendental? Hace no mucho tiempo se hubieran pensado que es una broma.
¿Es el fin de nuestra especie?
La trayectoria que tomaremos no está escrita, somos nosotros quienes la trazaremos. El problema real de la Inteligencia Artificial no es la tecnología en sí sino nuestra forma de utilizarla, la evolución de ambos está intrínsecamente vinculada. La supervivencia frente a las amenazas que nos rodean requiere de una nueva forma de pensamiento y enfoque, dejar de lado nuestras rivalidades, nuestra competencia por los recursos y comenzar a gestionarlos de forma eficiente; detener el daño que estamos causando a nuestro planeta y tratar de reparar lo que ya hemos estropeado, y quizá así, con ayuda de la tecnología podamos encontrar un camino hacia un futuro más sostenible y justo. Mi esperanza es que, en vez de deshumanizarnos la IA nos permitirá abrazar más plenamente nuestra humanidad.
¿Y en el futuro?
Mirar hacia el futuro en estos tiempos inciertos es como tratar de predecir la próxima jugada en un juego de ajedrez a cuatro bandas, hay tantas variables en juego y movimientos posibles que la incertidumbre es alta. Nos encontramos en un mundo donde los conflictos persisten y nuevas batallas surgen, el poder económico dicta el rumbo y los recursos se convierten en el epicentro de las disputas. En este contexto, un algoritmo de Inteligencia Artificial puede parecer un actor secundario en comparación con estos desafíos más inmediatos y tangibles, sin embargo, me gusta pensar que la IA tiene el potencial de ser un catalizador para la introspección, para impulsarnos a reflexionar más profundamente sobre nuestras acciones y, tal vez, redefinir lo que significa ser humano, hacernos más humanos.
El horizonte del desarrollo de la Inteligencia Artificial es fascinante y rebosan las oportunidades, tiene capacidad para ayudarnos a superar los retos más grandes de nuestra sociedad, de la historia. En el campo de la medicina podríamos verla desarrollando nuevos tratamientos, diagnosticando enfermedades de manera temprana y precisa, e incluso personalizando la atención médica de acuerdo a nuestra genética. En el medio ambiente la IA podría ser fundamental para predecir y gestionar los efectos del cambio climático, optimizando el uso de nuestros recursos naturales y generando soluciones sostenibles. En el ámbito educativo la IA tiene el potencial de personalizar la enseñanza adaptándose al ritmo de aprendizaje de cada individuo y democratizando el acceso a una educación de calidad. Las aplicaciones son infinitas y su capacidad para transformar nuestra sociedad es inmensurable, en su mejor versión, la Inteligencia Artificial puede convertirse en una valiosa aliada en nuestra lucha constante por un mundo mejor.
¿Tú qué opinas?
La Inteligencia Artificial, utilizada de forma adecuada, puede convertirse en un valioso compañero en nuestra constante aspiración hacia el avance y desarrollo. Llega con la promesa de ayudarnos a descubrir tratamientos para afecciones que hasta ahora han desafiado la medicina. Nos invita a innovar en la creación de fármacos más potentes, enfrentar de manera más efectiva los crecientes desafíos de la salud mental y promete hasta revolucionar nuestra interacción con el trabajo, favoreciendo una mayor productividad con menor inversión de tiempo. En definitiva, tenemos entre manos una poderosa herramienta con el potencial de incrementar nuestra calidad de vida, siempre que se maneje con responsabilidad.
Hay preguntas a las que yo no puedo responder, otras cuyas respuestas todavía no conozco, mi objetivo aquí no es proporcionar todas las respuestas sino ayudar a aclarar algunos conceptos fundamentales para que todos podamos entender mejor la naturaleza de la tecnología a la que nos enfrentamos y así poder actuar de forma más informada.
Puedes compartir tu opinión al respecto en la sección de comentarios si así lo deseas.
Desarrollador de software, informático, emprendedor y entusiasta por la tecnología desde tiempos inmemoriales. Inquieto por defecto, curioso por naturaleza, trato de entender el mundo y mejorarlo utilizando la tecnología como herramienta.