
Miles de negocios se cierran con cada jornada de Liga en España y a nadie parece importarle
Imagina que, con toda la ilusión del mundo, has construido el negocio de tus sueños, o simplemente quieres continuar con el negocio familiar de toda una generación, o varias incluso, por ejemplo, el mítico Café La Suegra, veinte metros de barra, un gran comedor, dos mesas altas y un olor a canela que se percibe desde el final de la avenida que conecta con el estadio del equipo de fútbol de la ciudad.
Es sábado, la ciudad despierta con bocinas y camisetas de colores, hay partido y la alegría empapa el ambiente. Tú, feliz: la cafetera canta, el croissant brilla bajo el glaseado y la caja tintinea, hoy va a ser un gran día. Un murmullo atronador y los armónicos cánticos de la afición a los alrededores auguran una jornada de diversión y euforia.
De repente… oyes una sirena y un fuerte frenazo frente a tu local, uniformes de color azul. —«¡A desalojar, señores, orden antipiratería!»— ¿Piratería? Tú solo pirateas calorías con esa maravillosa tarta de queso casera que a todos encandila. Dicen ser agentes de la autoridad, los mismos que empiezan a montar vallas bloqueando la puerta de tu negocio como si de un acto terrorista se tratara: —Afuera todos—, mientras se oyen chaquetas rozando, cubiertos que resuenan, un —¡pero si no hemos pagado!— perdido entre empujones. El aroma dulce de la canela se convierte en un bofetón de nervios y sudor. Tú sólo alcanzas a decir “¿Por qué?”, recibiendo únicamente el chasquido metálico de una valla que se cierra por fuera como respuesta. Ni unas palabras, ni una explicación, ni un simple justificante…
Mientras recoges servilletas del suelo, un vecino te susurra: —“Parece ser que por aquí cerca hay unos chavales viendo el partido gratis en el móvil.” A dos calles de distancia, un pequeño grupo de niños, ven el fútbol en sus teléfonos, en uno de los bancos del parque, utilizando un enlace cutre… Mientras tú, agarrotado de incredulidad, asistes al cierre forzoso de tu local, condenado por un partido que jamás proyectaste ni proyectarías, que ni siquiera consumirías, con el que no tienes nada que ver.
Pasan las horas. El partido acaba, las vallas desaparecen… y con ellas, tus ingresos. La caja marca cero, pero tú sigues cargando en tu haber cientos de euros en costes diarios (materia prima, nóminas, luz, gas y alquiler), sin contar los cien euros de bollos tirados. Con el orgullo hecho trizas, te vas a casa sabiendo que hoy, por los intereses de unos pocos, han pisoteado tus derechos, tus ilusiones y las esperanzas de toda una familia.
Llega otro sábado… y otro… y otro. Unos señores siguen acudiendo regular y puntualmente a tu local para clausurarlo, al final consigues que te expliquen el motivo, dicen proteger los derechos de emisión del deporte rey, mientras despliegan de nuevo las vallas delante de la puerta, los clientes son expulsados y el pan directamente a la basura. Intentas denunciar aportando la mayor cantidad de pruebas posibles de que tu establecimiento se está viendo afectado por un negocio con el que nada tienes que ver; fotos, tickets… en tu local no hay ni una televisión.
El juzgado resuelve: «Sin perjuicio a terceros. Todo legal.» El juez prorroga la clausura dos años más, sin matices ni vías de recurso, según el, tu negocio debe ser cerrado mientras haya fútbol porque unos, a muchos metros, incluso kilómetros de distancia, están viendo el partido sin pagar. Aunque el texto judicial asegura que sólo se bloqueará mientras no afecte a terceros, el propio magistrado desoye las pruebas y extiende la medida dos años más.
Podría ser una trama distópica, pero es pura realidad y está pasando en España, adalid de la democracia, desde hace tres meses, con cada partido, independientemente del equipo ni la ciudad, miles de negocios online son “vallados” sin previo aviso ni posibilidad de alegación ni reclamo, ni una mísera justificación. Negocios legales que nada tienen que ver con el fútbol, víctimas de una supuesta piratería con la que no tienen nada que ver. Con la connivencia de medios de «comunicación», jueces, políticos y las grandes operadoras que atienden a LaLiga, parece que van a seguir bloqueándose negocios en internet durante años, lógicamente, el fútbol en este país, ¡Es lo importante!
Ahora son negocios en internet los que “molestan” al fútbol; mañana podría ser cualquier otro el motivo. Porque esto no va de piratería, ni de fútbol, ni de tecnología: va de derechos fundamentales. Si te parece tan injusto como a mí, es vital que la gente lo sepa: ninguno de los medios tradicionales lo está contando y está pasando desapercibido. Comparte este post y ayúdanos a romper el silencio, por el bien de todos.
Lo que está realmente en juego son los derechos de todos.
Pero lo peor es que a nadie parece importarle, total,—sólo afecta a cuatro frikis—
Desarrollador de software, informático, emprendedor y entusiasta por la tecnología desde tiempos inmemoriales. Inquieto por defecto, curioso por naturaleza, trato de entender el mundo y mejorarlo utilizando la tecnología como herramienta.