A virtual avatar in the digital world walking through a digital futuristic landscape

La era de los clones

En un mundo que avanza a pasos agigantados en la era digital, los límites entre lo real y lo virtual se vuelven cada vez más difusos, ya no solo creamos avatares y personajes en videojuegos que se asemejen a nuestra idealización, sino que nos encontramos en las puertas de una revolución aún más sorprendente: la creación de clones digitales, réplicas virtuales exactas de nosotros mismos.

El concepto de clon, por definición, es un organismo o célula producido asexualmente y genéticamente idéntico a un organismo o célula original. Pero, ¿qué sucede cuando llevamos este concepto al ámbito digital? Estamos hablando de la construcción de un ser que imite no sólo nuestro aspecto físico sino también nuestros gestos, nuestra voz y hasta nuestras expresiones faciales. Estos clones digitales no serán meros avatares sino proyecciones completas de nuestra identidad en el ciberespacio.

Vamos explorar la fascinante frontera de los clones digitales, el futuro cercano que nos espera y cómo la humanidad podría adaptarse (o resistirse) a esta nueva realidad.

En un mundo que avanza a pasos agigantados en la era digital, los límites entre lo real y lo virtual se vuelven cada vez más difusos, ya no solo creamos avatares y personajes en videojuegos que se asemejen a nuestra idealización, sino que nos encontramos en las puertas de una revolución aún más sorprendente: la creación de clones digitales, réplicas virtuales exactas de nosotros mismos.

El concepto de clon, por definición, es un organismo o célula producido asexualmente y genéticamente idéntico a un organismo o célula original. Pero, ¿qué sucede cuando llevamos este concepto al ámbito digital? Estamos hablando de la construcción de un ser que imite no sólo nuestro aspecto físico sino también nuestros gestos, nuestra voz y hasta nuestras expresiones faciales. Estos clones digitales no serán meros avatares sino proyecciones completas de nuestra identidad en el ciberespacio.

Vamos explorar la fascinante frontera de los clones digitales, el futuro cercano que nos espera y cómo la humanidad podría adaptarse (o resistirse) a esta nueva realidad.

Las posibilidades son infinitas y las implicaciones asombrosas, podremos asistir a reuniones virtuales como si estuviéramos allí, ofrecer una experiencia inmersiva a fans de figuras públicas y, quizás en un futuro, transmitir nuestro legado digital a las generaciones venideras. Pero, como con cualquier avance tecnológico, también surgen preguntas éticas y preocupaciones sobre privacidad, identidad y autenticidad.

Hoy, los avances tecnológicos no nos esperan en un futuro lejano sino que se manifiestan en el presente, revolucionando la forma en que interactuamos con el mundo digital. Una de las empresas líderes en este campo es HeyGen, que se ha sumergido de lleno en la creación y perfeccionamiento de clones digitales.

Al registrarse en HeyGen, uno antes no recibía una simple notificación o un correo de confirmación tradicional, en lugar de eso te encontrabas cara a cara con el propio CEO de la empresa… Bueno, al menos con su versión digital. Imagina abrir un mensaje y ver un video del líder de HeyGen, que te saluda por tu nombre, te agradece por unirte y te da la bienvenida con una calidez y autenticidad sorprendentemente humanas, con un vídeo creado de forma automática y sin ningún tipo de participación por él mismo, todo esto, gracias al poder de las herramientas de Inteligencia Artificial, en este caso ha sido entrenada para replicar sus gestos, tono de voz y expresiones faciales, a partir de unos documentos gráficos del autor.

Aquí vemos un ejemplo, en este caso se trata de un avatar virtual genérico de los que la plataforma nos ofrece por defecto pero ilustra la idea a la perfección.

El potencial de los clones digitales no se detiene en simples saludos o interacciones promocionales. Las posibilidades para el futuro son vastas y variadas:

  1. Reuniones virtuales: Imagina asistir a reuniones de trabajo donde tu clon digital represente tus intereses, mientras tú puedes estar en otro lugar gestionando otros asuntos. Tu asistente se encargará de recopilar los puntos tratados y resumírtelos en un informe para que puedas gestionarlo en su debido momento.
  2. Educación a distancia: Profesores podrán dar clases a cualquier hora y en cualquier lugar, utilizando cualquier idioma, todo gracias a sus clones, permitiendo a los estudiantes aprender a su propio ritmo.
  3. Industria del entretenimiento: Celebridades y artistas podrían ofrecer «encuentros virtuales» para sus fanáticos, proporcionando una experiencia única e inmersiva. Nuestro avatar virtual podría incluso formar parte de una película en el papel, tono y forma que se nos ocurra.
  4. Salud y bienestar: Terapeutas y médicos podrían tener versiones digitales de ellos mismos para atender emergencias o sesiones informativas.
  5. Legado digital: En un giro más filosófico, las personas podrían optar por dejar un clon digital de sí mismas para que las futuras generaciones conozcan su voz, su apariencia y hasta su forma de pensar.

Mientras nos maravillamos con estas posibilidades, también debemos considerar las responsabilidades éticas y morales asociadas. La creación de un doppelgänger digital plantea preguntas sobre la autenticidad, la privacidad y, sobre todo, qué significa realmente ser «humano» en una era donde nuestra identidad puede ser replicada a la perfección en el ciberespacio.

También es crucial reconocer y anticipar los posibles riesgos y desafíos que estos avances pueden presentar. Estos no solo se centran en las cuestiones técnicas, sino en las profundamente enraizadas en nuestra naturaleza humana y en la estructura de nuestras sociedades.

  1. Despersonalización y pérdida de autenticidad: A medida que los clones digitales se vuelven omnipresentes existe el peligro de que se diluya la singularidad de las interacciones humanas. Si todos enviamos versiones digitales de nosotros mismos a eventos, reuniones o incluso interacciones sociales, ¿corremos el riesgo de perder ese toque humano esencial que hace que las conexiones sean significativas?
  2. Privacidad e identidad: La creación de un clon digital precisa de una cantidad significativa de datos personales, desde los patrones de voz hasta las microexpresiones faciales. Esta acumulación masiva de datos conllevaría riesgos de privacidad significativos, además, si los clones digitales caen en las manos equivocadas pueden ser utilizados para fines maliciosos, incluida la suplantación de identidad.
  3. Salud mental y relaciones sociales: Si la gente comienza a depender en exceso de sus clones para interactuar con el mundo podríamos enfrentar problemas de aislamiento social y una dependencia malsana de la tecnología. Las personas podrían sentirse más cómodas escondiéndose detrás de sus avatares digitales, evitando enfrentar problemas o situaciones de la vida real.
  4. Desigualdades tecnológicas: Como con muchas tecnologías emergentes es probable que, sobre todo al principio haya un costo asociado con la creación y mantenimiento de clones digitales. Esto podría resultar en desigualdades, donde solo aquellos con los medios para pagar tengan acceso a las ventajas de tener su clon, ampliando aún más la brecha digital.
  5. Moralidad y ética: Si un clon digital actúa de una manera no deseada o perjudicial, ¿quién es responsable? ¿Es el usuario, la plataforma que lo creó, o simplemente es un fallo tecnológico? Estas son preguntas éticas que aún no tienen respuestas claras y que exigirán un profundo análisis filosófico y legal.

Es vital ser proactivos en nuestra consideración de estos riesgos, la adaptación consciente y ética será esencial para garantizar que el mundo de los clones virtuales beneficie a la humanidad en su conjunto y no se convierta en una distopía de desafíos insuperables.

El alba de los clones digitales, como cualquier revolución tecnológica, trae consigo una mezcla de asombro, expectativa y cautela. A medida que nos aventuramos hacia un futuro donde nuestra presencia digital podría tener la misma fuerza y autenticidad que nuestra presencia física es imperativo considerar el impacto a largo plazo de estos desarrollos.

Quizá el ejemplo anterior te haya dejado un poco frío, podría ser un simple video grabado por una persona y no tener nada que ver con un avatar creado con herramientas de Inteligencia Artificial, lo entiendo, así que me he tomado la molestia de crear un prototipo de clon de una persona famosa que saluda a BetaZetaDev, un artista muy conocido hasta hace no mucho en España que muy probable reconozcas con facilidad, una “clonación” muy básica en tono de humor para ilustrar este artículo.

Podría ser un clon virtual de “El Fary”, un famoso cantante de los 80/90, pero no lo es, simplemente utilizamos su voz para generar un texto acorde al artículo y el tema del que éste trata acompañándolo de expresiones labiales más o menos relacionadas con lo que se pronuncia. Esto es sólo el principio, no más que un simple ejemplo de lo que ya se puede hacer en la actualidad pero una visión hacia lo que el futuro nos depara.

Un futuro en el que no sólo podremos enviar a nuestro clon digital a una reunión mientras disfrutamos de un día libre, sino uno donde las líneas entre la realidad y el mundo digital puedan comenzar a desdibujarse. Los clones digitales podrían convertirse en una extensión de nosotros mismos, portadores de nuestros recuerdos, nuestras historias y quizás, algún día, de nuestra conciencia.

Como hemos visto, en la actualidad ya es posible clonar la voz de una persona con un simple audio de sí misma de unos pocos minutos de duración, una vez clonada se podría pronunciar cualquier cosa con ella, sonando cómo la voz de esa persona, como si esa persona hubiera dicho algo que nunca mencionó en realidad. También, mediante el escaneo en 3D, es posible trasladar un cuerpo físico a un entorno digital; es cuestión de tiempo que todo esto se junte para dar lugar a nuestros propios clones virtuales.

Sin embargo este nuevo horizonte también trae consigo desafíos significativos. Al igual que con cualquier herramienta el uso que le demos determinará si es una bendición o una maldición. Por un lado, tener un clon digital podría mejorar nuestra calidad de vida, permitiéndonos estar en muchos lugares al mismo tiempo y transmitir nuestra esencia a generaciones futuras, por otro, la proliferación de clones perfectos podría crear un ambiente saturado, donde la autenticidad se pierde y la sobreexposición se convierte en la norma.

Para navegar este futuro se requerirá una reflexión profunda sobre la ética y la moralidad. Las regulaciones deberán mantenerse al día con la tecnología para garantizar que se utilice de manera responsable y que proteja la integridad y privacidad de los individuos.

Finalmente, los clones digitales, al igual que cualquier avance en la historia humana, son un espejo que refleja nuestras aspiraciones y temores. Nos desafían a reconsiderar lo que significa ser humano y nos ofrecen una ventana al futuro de infinitas posibilidades. La clave será asegurarnos de que, mientras abrazamos este futuro, no perdamos de vista lo que nos hace únicos y auténticos.


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