Alberto Méndez

Era por la mañana temprano el 2 de septiembre de 1945, el sol aun no se había levantado pero el cielo empezaba a brillar, en la distancia podía escucharse el sonido de la artillería, era el sonido de la batalla final de la Segunda Guerra Mundial.

El ser humano siempre ha estado fascinado por las estrellas. Durante siglos han admirado el cielo nocturno soñando con visitar los diferentes puntos de luz.

El duro trabajo realizado por la humanidad durante su evolución para convertirse en la especie dominante de la Tierra está ahora siendo deshecho por la propia especie. Los humanos están destruyendo el entorno y el clima, las consecuencias de esta destrucción afectará a humanos y otras especies por miles de años.

Cuando el universo dejó de moverse lo primero que sucedió fue que la luz también se detuvo. La luz, que llevaba en movimiento tanto tiempo que no sabía ni como detenerse intentaba continuar pero no podía, estaba confundida y con miedo.

Recuerdo mi época como repoblador de planetas, fui uno de los afortunados. Nací en un planeta que ya había sido repoblado anteriormente, no conozco los detalles pero mis padres eran de diferentes planetas, elegidos para ser padres de la siguiente generación de repobladores.