40 cumpleaños, segunda parte
El eco de los aplausos empieza a retumbar en las paredes haciéndolos cada vez más fuertes a lo que Kai concluye «¡Que empiece la fiesta!» mientras se da la vuelta dirigiéndose raudo y veloz hacia las escaleras de salida del escenario. No le gustaba nada ser el centro de atención, tan expuesto, sentía cómo si todo escapara de su control, rápidamente uno de los sirvientes se le acercó con una copa de alcohol de calidad suprema, de las que ya no quedaban, receta única y en poder exclusivo de la élite para su propio consumo.
El espectáculo comenzó a desarrollarse en el escenario, atrayendo la atención de todos los presentes con una maravillosa coreografía robótica de luces y movimientos precisos. Dos de los invitados, ubicados en un lugar privilegiado se detuvieron frente a Kai sonriendo y mostrándole su admiración. Uno de ellos, una mujer de cabello rojo y vestido escarlata, le dijo : «Kai, tu discurso ha sido realmente inspirador. Nos preguntábamos, ¿cuál es tu visión del futuro para nuestra sociedad?»
Kai respiró hondo y contestó «Gracias por tus amables palabras, creo que nuestro futuro está en la constante búsqueda de la eficiencia y la optimización. Debemos seguir invirtiendo en tecnologías que nos permitan mejorar nuestra calidad de vida y garantizar que cada miembro de nuestra sociedad tenga acceso a los recursos y oportunidades que se merece.»
El otro invitado, un hombre alto de cabello canoso, asintió con aprobación y preguntó: «¿Qué papel crees que desempeñarán las relaciones humanas en este futuro tan tecnológico?» Kai tras un breve instante de reflexión, «Las relaciones humanas seguirán siendo fundamentales, pero cambiarán de forma. La tecnología nos permitirá conectarnos de maneras nunca antes vistas y nuestras relaciones evolucionarán para adaptarse a estas nuevas posibilidades, formaremos parte de la propia ensencia del universo como un ente incorpóreo pero, a pesar de los cambios, siempre debemos recordar valorar la importancia de nutrir los lazos que nos unen.»
Los dos invitados, sorprendendidos ante las respuestas proporcionadas por Kai pero agradecidos por haber compartido su perspectiva y deseándole un feliz cumpleaños se disponen a regresar a sus asientos para disfrutar del espectáculo. La actuación comenzó con un apagón total en el recinto dónde solo el murmullo de expectación de los invitados se podía escuchar, de repente, luces brillantes de diferentes colores comenzaron a iluminar el escenario, revelando una docena de robots humanoides con una apariencia avanzada y distintivamente mecánica.
Cada uno de ellos presentaba un diseño único, donde las partes mecánicas visibles se entrelazaban armoniosamente con elementos humanos, los allí presentes permanecían cautivados mientras los robots comenzaban a moverse, ejecutando una coreografía perfectamente sincronizada y fluida. Sus movimientos eran precisos y gráciles, desafiando la creencia de que eran máquinas y no bailarines humanos.
A medida que la música se intensificaba, los robots comenzaron a interactuar entre sí, entrelazando sus extremidades y girando en el aire con una facilidad aparentemente imposible, algunos de ellos saltaban y realizaban acrobacias mientras otros se deslizaban sobre el escenario dejando estelas de luz tras de sí. La coreografía fue diseñada para simbolizar la armonía y la colaboración en la sociedad que Kai había descrito en su discurso. En un momento culminante de la actuación los robots se unieron en una formación circular y comenzaron a girar al unísono, creando un caleidoscopio de luces y sombras que hipnotizaba a los espectadores. La música se volvía cada vez más emocionante y épica, evocando un sentido de triunfo y optimismo.
Finalmente la música comenzó a disminuir y los robots se detuvieron en el centro del escenario, adoptando poses artísticas mientras las luces se desvanecían lentamente. El público, totalmente embelesado, estalló en aplausos y vítores, admirando la destreza y la belleza de la actuación. A medida que la última nota de música se desvanecía y los robots congelaban sus movimientos en una última y elegante pose. Kai, ante un impulso irrefrenable de distanciarse de la efervescencia y el bullicio, se despidió discretamente de los invitados más cercanos. En un momento de distracción general, Kai se deslizó suavemente entre las sombras, encontrando refugio en un pasillo lateral poco transitado. Se dirigió hacia un balcón privado, su santuario oculto en medio del esplendor artificial y la exuberancia superficial de la velada.
Lejos del estruendo del interior, la barandilla se convirtió en su apoyo mientras se sumergía en el silencio, sólo con sus pensamientos. El aire fresco de la tarde rozaba su piel, un suave recordatorio del mundo natural que aún persistía más allá de los muros que atrapaban a la gente. Con la mirada perdida en la inmensidad, Kai contemplaba la belleza del mundo exterior a pesar de las sombras de opresión y control que lo ensombrecían. En la quietud de la noche, una sensación de tristeza por las vidas consumidas por la élite gobernante se entrelazaba con la firmeza de su resolución de buscar un cambio.
A medida que el día avanzaba hacia su fin, el ambiente en la fiesta de cumpleaños de Kai comenzó a cambiar sutilmente, las brillantes luces del salón se volvieron más tenues dando paso a un clima más íntimo y sofisticado. El sol, que había bañado el recinto con su luz dorada durante toda la tarde se despedía lentamente en el horizonte dejando tras de sí un cielo teñido de tonos anaranjados y rosados que se fundían en la oscuridad.
Los invitados, que continuaban disfrutando de una gran variedad de actividades y entretenimientos, mientras otros se sumergían en animadas conversaciones, compartiendo anécdotas y discutiendo sus visiones del futuro. Otros, en cambio, optaron por perderse en el ritmo de la música bailando en la pista de baile. El olor de la comida recién preparada comenzó a impregnar el aire, el banquete estaba listo, los camareros vestidos con uniformes impecables comenzaron a circular por la sala ofreciendo a los invitados deliciosos manjares y bebidas exquisitas. La risa y el murmullo llenaban el ambiente, mientras los asistentes disfrutaban de la cena y brindaban por el éxito y la prosperidad de su sociedad.
En el menú se desplegaba una variedad exquisita de platos, cada uno más opulento que el anterior. La carne, proveniente de granjas selectas, se servía jugosa y recién cocinada, acompañada de salsas elaboradas con verduras frescas, recolectadas el mismo día de huertos privados y eficientemente cuidados. Las verduras, un arcoíris de colores y sabores, desde tiernos espárragos verdes hasta radiantes tomates cherry. Los platos se complementaban con una gama de guarniciones gourmet, desde puré de papas trufadas hasta ensaladas orgánicas adornadas con comestibles flores, una fusión de sabor y arte. Un lujo reservado para aquellos en los más altos escalones sociales, muy pocos.
Kai, sin salirse de su rol de anfitrión impecable, no podía ocultar una sensación creciente de inquietud a medida que avanzaba la noche. La superficialidad y arrogancia de la mayoría de sus invitados lo dejaban cada vez más exhausto, convirtiendo cada interacción en un ejercicio tedioso. Mientras fingía una sonrisa y compartía palabras vacías, su mente anhelaba la autenticidad y la conexión con su verdadero círculo. Con cada minuto que pasaba, crecía su impaciencia por el fin de la fiesta, deseando escapar hacia la tranquilidad y centrarse en lo que realmente importaba.
La opulencia y frivolidad a su alrededor, contrastando agudamente con las realidades de desigualdad y sufrimiento en aquellos muros transparentes, lo llenaban de una sensación de malestar casi insoportable. Sentía una desconexión profunda y perturbadora entre la vida de la élite y las vidas de aquellos menos afortunados, desterrados de sus vidas, en vida. La noche culminó con una última ronda de brindis y aplausos, una celebración del éxito aparente y la promesa de un futuro más brillante, aunque Kai sabía que esas palabras eran solo un eco vacío en un mundo de desequilibrio a pesar de su perfección.
Cuando los últimos invitados se despidieron, Kai mantuvo una sonrisa de cortesía, agradeciéndoles su presencia mientras secretamente suspiraba por la conclusión de la celebración. Una vez sólo, mientras su vehículo de vuelta a casa se deslizaba silenciosamente por las calles, se recostó en el asiento y exhaló un profundo suspiro, una sensación de paz suprema se apoderó de su cuerpo. La luna llena iluminaba su viaje, y su mirada, casi involuntariamente, se abrió hacia el cielo estrellado. Observando las innumerables estrellas, se preguntaba si, en algún rincón de aquel vasto universo, existiría un lugar donde la humanidad pudiera empezar de cero.
Desarrollador de software, informático, emprendedor y entusiasta por la tecnología desde tiempos inmemoriales. Inquieto por defecto, curioso por naturaleza, trato de entender el mundo y mejorarlo utilizando la tecnología como herramienta.