Category Archives: Diario de un desterrado

Noche de ocio, segunda parte
Con la alegría iluminando su cara se dirige hacia el punto de encuentro con sus amigos, la brillante y fría luz de las pantallas que anunciaban las últimas tendencias en moda y tecnología llamaban la atención de Zhara durante el trayecto pero en realidad reflexionaba sobre su vida y amigos, los conociá del bloque y del transporte al trabajo, no sabían mucho entre sí pero tenían bastante afinidad y solían charlar bastante, se divertían juntos.

Noche de ocio, primera parte
Zhara es ciudadana de nivel seis, más bien tareas básicas, se encarga de revisar que la infraestructura de su bloque se conserva en buen estado, no tiene demasiadas preocupaciones, se dedica a vivir y a disfrutar de sus momentos libres, trabaja lo que le mandan y suele coincidir con el despertador al levantarse.

Miembro de la comunidad, segunda parte
La atmósfera del comedor se apreciaba cálida, bastante relajada a pesar de la ya de por sí tensa situación, alrededor de las mesas se agrupaban las personas comiendo y charlando animadamente, el aroma a maíz recién horneado de antes se mezclaba ahora con los olores de otros alimentos, una mezcla rara pero ahora mismo, sabrosa, de repente sus bocas empezaron a salivar, la comida de fuera ya no tenía ni olor, todo en frías e insípidas tabletas con los nutrientes justos para mantener la energía, lo más parecido a un trozo de cartón

Miembro de la comunidad, primera parte
Ada se despierta renovado temprano por la mañana dispuesto a comenzar con fuerza su nueva andadura, rápidamente se levanta de la cama, se ducha y sale de su habitáculo, Sam ya le espera en el pasillo. «Buenos días, Ada», dice con una sonrisa amable en su rostro. «Hoy te enseñaré un poco acerca de la comunidad, para que ubiques los lugares más importantes y vayas conociendo a la gente».

Un nuevo despertar, segunda parte
La inquietud se apoderó de él, sus ojos escudriñaban cada rincón del lugar mientras algo en particular le heló la sangre, los drones de seguridad que debían estar vigilando incansablemente yacían inmóviles en sus estaciones. Con una mezcla de confusión y temor preguntó Ada con voz temblorosa: «¿Por qué los drones no nos han detectado y dado la alarma? Hace tiempo que deberían haber notado nuestra presencia y más aún con todo el estruendo que hemos hecho atravesando los escombros».