Alberto Méndez

Zhara es ciudadana de nivel seis, más bien tareas básicas, se encarga de revisar que la infraestructura de su bloque se conserva en buen estado, no tiene demasiadas preocupaciones, se dedica a vivir y a disfrutar de sus momentos libres, trabaja lo que le mandan y suele coincidir con el despertador al levantarse. Un harmonioso cantar de pájaros mezclado con el sonido del susurrar de los árboles al son del aire meciendo sus follajes suena por los altavoces a la misma hora de siempre.

«Algo de música Pi, porfavor.», alza levemente su voz mientras el agua caliente de los chorros casi a presión recorren su cuerpo. «Perdona Zhara, tienes razón, hoy tienes asignado tiempo de ocio nocturno, animemos un poco la cosa y recuerda dejar la ropa preparada para después, te propongo ese pantalón cómodo que tanto te gusta junto a la blusa de color turquesa que Ann te regaló, se ve un muy elegante, por cierto tu transporte llegará en 15 minutos que tengas un gran día… ¡Y noche!» replica Pi soltando una fría y enlatada carcajada.

Zhara sale de la ducha tras el secado automático y se dirige al ropero, la puerta se abre automáticamente y su uniforme de trabajo aparece ante ella, se viste rápidamente y se pone las botas para volver al servicio, sólo le faltaba terminar de arreglarse el cabello y aplicarse una ligera capa de maquillaje, algo que hacía ya por costumbre más que por necesidad, en estos tiempos que corren es mejor evitar llamar la atención demasiado.

Una vez lista regresa de nuevo a su habitación y vuelve a abrir su armario para sacar una camisa fresca y un pantalón vaquero para la noche que apoya cuidadosamente a los pies de la cama, Pi tenía razón era una combinación bastante adecuada para la situación, y muy cómoda. Sin mayor preámbulo sale de su apartamento y toma el ascensor que la deja en la misma puerta del bloque, tres míseros minutos son suficientes para llegar a su parada, el transporte estaría a punto de llegar.

Algunas personas esperan sus respectivos vehículos, unas charlan entre ellas, otras revisan las tareas del día en sus respectivos dispositivos, Zhara se une a la espera respirando el fresco aire matinal mientras empieza a sentirse el bullicio del despertar del bloque, mientras mira al exterior con algo de recelo, cómo podían haber llegado a esa situación, por suerte la cúpula transparente permitía pasar los rayos del sol y ver más allá, gracias al sistema de filtrado y reciclado de aire hacía que no se sintiera tan claustrofóbico.

El vehículo de transporte, con su tan característica silueta de pronunciadas curvas asoma en la distancia dirigiéndose al lugar con la ligereza de una pluma, sus amplios ventanales de cristal y luces de neón atraen la atención de cualquiera, sutilmente se detiene en la parada, las puertas se abren y los pasajeros suben.

En tan solo 5 minutos el trayecto finaliza para Zhara al llegar a su parada, no es la única en bajarse, se despide de los conocidos y se dirige a la entrada dónde su identificación es verificada y las puertas abiertas automáticamente. Era responsable de asegurarse de que todo funcionase correctamente, una vez dentro se acerca a su estación de trabajo y se conecta al sistema de gestión dónde revisa la lista de tareas pendientes, que distribuye entre su flota mientras supervisa el progreso a lo largo del día, un día como otro cualquiera, inspecciones rutinarias, verificación de conexiones y ajuste de niveles, documentación y poco más.

Como siempre sobre estas horas su dispositivo personal integrado vibraba suavemente, es la hora de comer. Sin cambiar de postura, ni mucho menos moverse de su puesto de trabajo extrae una cápsula grisácea de uno de los bolsillos de su uniforme, está diseñada para contener exactamente las calorías y nutrientes para dotar a su cuerpo de la energía suficiente para terminar la jornada; no tiene sabor pero daba igual, ya se había acostumbrado.

Su cabeza ya pensaba en la noche, el tiempo avanzaba, hoy tenía tiempo de ocio disponible por delante y no iba a desaprovecharlo, era viernes y sentía la necesidad de desconectar y disfrutar aunque sólo fuera un corto periodo de tiempo, después de una semana de arduo trabajo la idea de tener un momento de descanso la hacía sentir renovada y llena de energía, además el tiempo de ocio asignado cada vez era más escaso.

Tras verificar que todo queda en orden y sus tareas del día completas, Zhara desconecta su sesión del sistema de control y se dirige hacia el punto de fichaje, tras registrar su salida emprende su viaje de vuelta a casa para acicalarse un poco.

Hacía días que tenía planeada una salida con amigos, «Algo de música animada Pi, con buen volumen», le dice a su asistente virtual mientras disfruta de una pequeña copa de vino cutre de la tienda de abajo sentada en su sofá, la habitación cambia de ambiente por completo y en ella empiezan a aparecer hologramas de gente bailando una música de ritmos rápidos y fuertes bajos que hacen retumbar las paredes, el estado de ánimo de Zhara cambia consigo, su triste y rutinaria vida pasaba desapercibida ahora, aunque fuera temporalmente.

Una merienda ligera para mantener las fuerzas antes de vestirse y prepararse para la noche, baila al ritmo de la música tímidamente en su habitación. Era ella misma sin ningún tipo de presión o expectativa, bailaba con gracia aunque desacompasada, intentaba seguir el ritmo disfrutando de cada nota, bailar la hacía sentirse viva y libre, durante ese corto periodo de tiempo los problemas eran el menor problema.

Alberto Méndez

Desarrollador de software con más de 10 años de experiencia profesional, informático, emprendedor y entusiasta por la tecnología desde tiempos inmemoriales. Inquieto por defecto, curioso por naturaleza, trato de entender el mundo y mejorarlo utilizando la tecnología como herramienta.